La vergüenza del mundo

La gran final de la Copa Libertadores de América de la edición 2018 entre el Club Atlético Boca Juniors y Club Atlético River Plate, quedó marcada con la suspensión del encuentro de vuelta .El inicio del sábado pintaba que sería un día histórico para todo el país de Argentina con la final continental, en la ciudad de puerto Madero la hinchada de Boca fue alentar a su equipo para buscar ganar y traer el trofeo a sus vitrinas.Sin embargo, el colapso del día comenzó cuando el autobús del equipo Xeneize arribó hacia el sector Núñez, y fue cuando la ruta lo llevó con un gran grupo de multitud del equipo de Millonarios donde los recibieron con todo tipo  de proyectiles que fueron (piedras y gases lacrimógenos) que fueron disparados hacia el camión.El camión del Boca arribó al estadio Monumental dañado en su infraestructura y con sus cristales rotos principalmente.Jugadores y cuerpo técnico bajaron con ojos llorosos y falta de oxígeno por él efecto que habían originado en su interior las descargas de gas lacrimógenos.Uno de los jugadores más afectados del equipo Boca Juniors fue su capitán Pablo Pérez quien fue trasladado por una ambulancia a un nosocomio de la localidad, y donde fue atendido por el daño en sus ojos.Pablo Pérez fue atendido y de inmediato fue regresado por la misma ambulancia al estadio Monumental para ser revisado por el dictamen médico de la Conmebol, para saber si estaba en condiciones tanto él y todo el equipo en jugar el partido.Mientras tanto sucedía este hecho, un drama enorme se vivía en los vestidores del Boca Juniors donde los directivos de la Conmebol, FIFA, AFA, River Plate y Boca Juniors, trataban de definir que se jugará en día de sábado.Y mientras tanto los 70,000 aficionados que estaban a la espera del suspenso en el estadio de River, y al mismo tiempo se vivían disturbios entre los barristas del River y la Policía local  a las afueras del inmueble.DP